La inflación es como esa visita incómoda que siempre se presenta en la cena de Navidad, nadie la quiere pero ahí está tocando los huevos. Y como si fuera poco, la inflación ahora está cambiando las reglas del juego en el mundillo de la inversión inmobiliaria.

Ya no vale la estrategia clásica de «comprar y vender». Ahora lo que se lleva es «comprar y gestionar». Y no, no es un nuevo mantra hippie, sino la nueva tendencia en el sector inmobiliario.

Antes, en un entorno de tipos de interés en descenso, cualquier propiedad aumentaba su valor simplemente por el hecho de existir, aunque hubieran otros métodos para ello. Pero ahora que los tipos de interés están al alza, hay que ponerse las pilas si queremos que nuestras inversiones inmobiliarias sigan siendo rentables.

Echa un vistazo a los tipos de interés aplicados por el Banco Central Europeo

Como en una mala cita a ciegas, hay que saber cómo encontrar, seleccionar y gestionar los inmuebles adecuados para generar unos ingresos atractivos ajustados al riesgo. Es decir, hay que comprar propiedades que estén en una buena ubicación, que sean atractivas para los inquilinos y que tengan potencial de crecimiento a largo plazo, independientemente de si vas a destinarlo como apartamento turístico o no. Y una vez que las tenemos, hay que gestionarlas como si fueran nuestra pareja, con cariño y atención.

Pero no todo es malo en este nuevo escenario. Como en toda crisis, siempre hay oportunidades. En un entorno inflacionario, el sector inmobiliario puede ver crecer sus ingresos, lo que refuerza el valor de las propiedades.

Además, como el alquiler de propiedades está vinculado al índice local de precios al consumo, la inflación también puede conducir a mayores ingresos para los propietarios de bienes inmuebles. ¡Quién iba a decir que la inflación podía tener algo bueno!

Pero ojo, no hay que cantar victoria antes de tiempo. Como en toda relación, siempre hay riesgos a la baja.

Si compramos propiedades no competitivas con una menor demanda de inquilinos, veremos disminuir nuestros rendimientos y el valor de nuestras propiedades.

En resumidas cuentas, si la inflación empieza a tocarme los huevo, yo cojo y me lio a comprar pisos para alquilarlos. Dicho queda 😉